martes, 31 de agosto de 2010

Cascada de colores

Al descender por mi cara sueño a colores.
El agua corria por la cañería
y yo congelada esperando que llegara a mi piel.
Espera, espera, ahora sí, me dije;
comenzó a recorrer desde mi cabello hasta la planta de mis pies,
corría con el unico fin de acabar en el desagüe.
Y yo lo unico qe queria era que no se acabara.
Siempre he amado esa sensación de alivio, tranquilidad y limpieza sobre todo.

domingo, 29 de agosto de 2010

El amanecer de las mariposas

Cada vez que abandona el mar, se deprime.
Lleva 10 años viviendo en la ciudad y aún no logra encontrar algo por que permanecer aquí.
Todos los dias de su vida se arrepiente de haber tomado esa decisión, casi no aguanta el humo de los buses que se pasean como gigantes en las calles atacando sin que les importe nada mas que demostrar su gran velocidad, los bares de mala muerte que siguen en la calle de su pequeño hogar, y todo por ese amor, ese amor que aún está aquí pero, ahora que lo piensa, no lo ama tanto como cuando vivían en la costa, quizas la arena, talvez las gaviotas, ahora lo mira estirado en el sofá y, definitivamente, no es lo mismo.
A veces baja al metro para sentir los zapatos apurados de miles de mujeres por los pasillos, y eso la relaja, ese sonido es como el de las mariposas que aletean en su estómago cuando piensa en no abandonar nunca mas el mar. 

jueves, 19 de agosto de 2010

Nunca nadie le explicó que existía otro tipo de solución porque nadie nunca se detuvo a mirarla fijamente a los ojos.
Recuerdo cuando la vi por primera vez, bastó una mirada fugaz para darme cuenta de sus hermosos ojos color café, como los de cualquier otra persona que podía haber estado fijando su mirada en mi semblante hipnotizado, fue tan breve su mirada pero tan intensa que creí perder la razón, no deje de pensar en ella durante todo el día, ¿qué tenía esa chica que no lograba concentrarme?, jamás le había dedicado mas de diez segundos a otra cosa que no fuera mi música, con la que mi mente recorría desde mis mas oscuros pensamientos hasta simplemente entonar una suave melodía junto a los pájaros al pasar, pero esta chica ya no me dejaba ni dormir, entonces, lo decidí, la buscaría y descubriría por que nunca antes la vi.
Todos los días me senté a esperarla en la plaza de los abuelitos, que poco honor le hace a su nombre ya que ningún abuelo se asoma por ahí, solo una pareja que al parecer no es oficial, porque durante los días que estuve ahí los vi besarse como si el mundo se acabara; seguí esperándola con el mismo atuendo de ese día en que me “embrujó”, sin embargo ella no se aparecía, pero mientras la esperaba podía desarrollar mis habilidades mas ocultas, un día por ejemplo, llevé mi guitarra y compuse un sinfín de canciones sobre el verdadero amor, ese que todos hablan, compuse sobre la pareja que no deja de besarse, compuse sobre sus ojos, compuse sobre las palomas que me rodeaban y a las que les llevaba pan para no sentirme tan solo, compuse del amor que ellas me tomaron por algo tan simple que hice, pero al pasar los días compuse sobre la desdicha de no tenerla, compuse sobre los desconsiderados que eran esa pareja con su familia por un amor que no perduraría, compuse de lo desconsideradas que eran mis amigas palomas cuando no las alimentaba ya que no me hacían compañía, compuse sobre lo solo y triste que estaba, compuse sobre lo absurdo que era extrañar a una persona que ni siquiera conocía, así que decidí dejar de componer y tomé mi cámara y fotografié a cuanta persona pasara a mi alrededor, ojala la toma fuera sobre sus ojos para compararlo con los de ella; entre mil fotografías tenía la mirada intensa de la pareja que se besaba con tanta pasión, una mirada que reflejaba muchas sensaciones en un flash muy rápido, mostraba pasión, amor, cariño, odio, frustración y luego pasión otra vez, esta pareja notoriamente no se amaba, pero sin embargo su piel, su aroma, sus ojos, todos en ellos pedía del otro, y se tenían, llegando a amarse, hasta a extrañarse, pero cuando se separaban logré capturar sus miradas y fue sorprendente, era como si nunca se conocieran ya no quedaba nada, ni siquiera un recuerdo y no lo entendí ellos se amaban, aunque a ratos, claro, pero luego de eso no había nada, luego de amarse, no existían y me sentí perturbado, yo estaba aquí pensando en ella, soñando con tenerla entre mis brazos, con poder besarla y amarla, ya no podía con este amor quería entregárselo; incluso un día me acerqué a ellos, tanto que él me miró casi asesinándome así que los dejé con su particular forma de amar, que nunca entendería ¿por qué estaban juntos si no se amaban?.


Tenía tantas cosas que hablarle de ella,
de mi,
de nosotros,
tenía que contarle que la amo desde que la vi, que extraño la forma en que su cabello color rojo intenso contrastaba con su piel pálida cuando cayó sobre sus hombros al pasar junto a mi, que no me importa que sus grandes anteojos la hicieran parecer una inadaptada, porque para mi son el complemento perfecto con sus ojos.


Fue un martes cuando dejé de tomar fotografías, esa tarde estaba sentado esperando, como todos los otros días, y se acercó una chica a hablarme, estudiaba sicología y en sus tiempos libres retrataba por lo que le pareció interesante verme tan solo tomando fotografías “al aire” como dijo ella, me preguntó a que me dedicaba y me habló de varios temas irrelevantes, cuando se dio cuenta que el dialogo era mas bien un monologo acerca de sus viajes por Paris, me pidió la autorización de inmortalizar mi figura despreocupada, sin dejar de preguntar una y otra vez si esperaba por alguien, ¡que mujer mas molesta, que extrovertida era!, asentí y en un segundo salio la instantánea y me la enseñó, no podía creer que fuera yo quien estaba ahí; era un asiento color burdeo instalado cerca de un basurero rodeado de pasto y un hombre sentado al costado izquierdo con una cámara colgando de una cinta en su cuello, con pantalones desteñidos y una polera holgada en tonos plomos, con el cabello despeinado y lo más sorprendente, con la mirada hacia el costado derecho con ojos rendidos, apasionados y sobre todo triste como los de una persona que acaba de perder lo mas preciado en su vida, sin embargo, a ella le pareció que no reflejaba nada, solo a un perdedor esperando que cayera la noche para regresar a su aburrida casa, así que me la obsequió y se marchó, esa noche me quedé hasta muy tarde observando la foto, de pronto todo pareció ridículo, que hacia ahí, nunca la encontraría y nunca se fijaría en mi, dejé la foto y me dormí, imaginando que al amanecer mi amor por ella acabaría.

Cuando me dormí tuve un sueño en donde estaba yo, en la fotografía inmóvil y ella, con su mirada intensa, se sentaba a mi lado e intentaba hablarme, sin éxito, y yo ni cuenta me daba así que resignada se marchaba, dejándome solo y todo se oscurecía, desperté contrariado y me levanté, me mojé la cara me puse mi chaqueta y salí, hacía frío y el tono del cielo me hizo darme cuenta que era de madrugada pero yo tenía un objetivo, encontrarla, llegué a la plaza y la luna era mi única compañera, me senté en la misma banca de siempre y por primera vez en mucho años, lloré, lloré de frustración, llore de rabia, llore por amor, llore con amargura, llore porque la extrañaba pero sobre todo llore por que su recuerdo ya casi no existía y no quería perderla de ésta forma, tal vez nunca mas la vería pero al menos la tenia en mi mente y la amaba y ya casi se iba y no quería ¿es que acaso ya ni en mi  recuerdos podría tenerla?, me sequé las lagrimas ahora muy enojado conmigo mismo y caminé de vuelta a casa, decidí subir por el ascensor a mi departamento ya que por las escaleras se harían eternas y tendría mucho tiempo para pensar muy al contrario de lo que esperaba todos los días.

En la mañana desperté con una sensación que en todo este tiempo no había logrado experimentar, me sentí aliviado, libre y feliz, era mi día perfecto, así que me preparé un café lo bebí lentamente, disfrutando cada gota, bajé por las escaleras, como siempre, saludé a la recepcionista que me miró confundida ya que desde mi obsesión con aquella chica que no la saludaba así que solo atinó a levantar su mano y le sonreí, caminé muy contento por las calles hasta llegar a la plaza me detuve un poco antes de llegar a mi destino, mi tan preciada banca, me pareció muy extraño ver tanta gente reunida en ese lugar, eso nunca sucedía, así que avancé para ver que era lo que ocurría, y mientras caminaba veía las expresiones de las personas que allí se encontraban, estaban impactadas, extrañadas, quizás hasta llorando, y me dí cuenta que era hacia mi banca donde miraban, ahora era personal, me acerqué rápidamente, cuando oí el murmullo de alguien decir “es él” y dejando unos papeles encima, me abrí paso entre la gente y como si estuviera en el desierto mas caluroso del mundo y solo en mi lugar nevara, como si saboreara la fruta mas dulce y de pronto fuera una espina en mi garganta, me quedé paralizado y fijé la mirada, era ella, la mujer por la que tanto esperé estaba sentada al costado derecho de mi banca, estaba ahí en el lugar que siempre quise que estuviera, esperaba por mí, esperaba sentada reclinada hacia atrás, pero ¿por qué todos la miraban? ¿Qué tenía de raro una persona sentada en una banca como si esperara por alguien? Yo estuve ahí por meses y nunca nadie fijó su mirada en mi, me acerqué apresuradamente sin pensar en qué le diría y la multitud se dispersó o al menos eso preferí creer, me senté a su lado y vi los papeles que hace un rato estaban en manos de alguien mas, eran fotografías mías, estaba yo sentado solo, luego con mi guitarra, luego con mi cámara, luego llorando y luego la banca vacía, y la miré contrariado, ¿por qué tenía fotos mías? No supe que decirle y ella tampoco me dijo nada, ni siquiera me miró, ¿Qué hacia allí si no me hablaría? Tenía aun mas preguntas que hacerle, así que me decidí y tomé su mano para que me mirara, sin pensar que le diría si es que ella lo hacía, y estaba fría como hielo, y no se percató de mi calor, mi corazón se aceleró al tocarla, ¡Cuánto había esperado por eso! Y ella no lo sabia, mis acciones eran mas lentas de lo normal, y mis pensamientos eran los mas fugaces, había allí un libro con escritos y algunas otras fotos mías, en la ultima pagina decía “quizás fue muy ambicioso de mi parte creer que te fijarías en mi, te esperé lo suficiente, pero al parecer no era lo que imaginaba, solo fui una persona mas para ti y quizá nunca me viste” y fue en ese instante y solo después de leer eso, que pude entender por que no me miraba y no era precisamente que estuviera avergonzada, la mujer que amaba y que tanto anhelaba tener estaba a mi lado tomada de mi mano, pero no como lo había soñado, ella estaba muerta, entonces la solté delicadamente y vi las pastillas al otro costado de ella, ya no había nada que hacer el frasco estaba vacío y mi corazón también, tomé el libro y las fotos que claramente me pertenecían, la besé en la mejilla con un beso puro y lleno de amor, llegó la ambulancia y me fui, caminé sin rumbo, llegué a un lugar que nunca había visto, me senté en el piso y leí el libro, era su diario de vida, y comenzaba el día en que la vi, y ahora sé que fue el día en que nos vimos por primera vez, ella también me amaba y no estaba segura si yo estaba ahí por ella o por alguien mas, me miraba desde su balcón que quedaba justo en frente de aquella plaza y me tomó fotografías todos los días, incluso con la otra chica y ella si notó lo triste que yo estaba, y para mi sorpresa la pagina con relatos mas tristes era del día que fui a llorar a aquel lugar, ella sentía mi dolor y mientras me miraba escribía las ganas que tenia de consolarme y de declararme su amor, pero era algo que nunca se atrevería a hacer y la última pagina antes de su despedida, contaba sobre lo decidida que había amanecido esa mañana, que importaba si la rechazaba o no la escuchaba su vida no tenía otro sentido más que yo, y se arriesgaría a tenerme o me perdería para siempre. Desde ahí escribió cada minuto en la banca, al principio pensó que me daría una sorpresa, que podría contarme lo desdichada que era sin mí, estaba con expectativas muy positivas, pero luego de unas horas pensó que nunca llegaría que en realidad yo esperaba por alguien más y con total amargura y decepción escribió las ultimas líneas que fueron las primeras que leí, y sin pensarlo se tomó un frasco lleno de pastillas para la depresión.
Y acabó con su vida y sus sueños y también con los míos.



Tal vez si yo hubiera llegado un instante antes, ahora compartiríamos nuestros corazones o tal vez si le hubiese hablado el día en que sus hermosos ojos se posaron en mí, no estaría aquí sentado en su lugar de la banca esperándola todos los días como antes, solo que ahora sabía que nunca llegaría.